Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo. (Juan 17:18)
La Navidad es un modelo para las misiones. Las misiones son un espejo de la Navidad. «Como yo así ustedes».
Pongamos por ejemplo el peligro. Cristo vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. Así ustedes. Conspiraron contra él. Así ustedes. No tuvo casa permanente. Así ustedes. Presentaron falsas acusaciones contra él. Así ustedes. Lo golpearon y se burlaron de él. Así ustedes. Murió después de tres años de ministerio. Así ustedes.
Pero hay un peligro peor que cualquiera de estos, del cual Jesús huyó. ¡¡Y así ustedes!!
A mediados del siglo XVI, el misionero católico Francis Xavier (1506-1552) le escribió al Padre Perez de Malaca (que hoy en día es parte de Indonesia) acerca de los peligros de su misión en China. Decía:
El mayor de los peligros sería perder la confianza y seguridad en la misericordia de Dios… Desconfiar de él sería mucho más terrible que cualquier maldad física que todos los enemigos de Dios pudieran infligir a nuestra carne, ya que sin el consentimiento de Dios, ni los demonios ni sus ministros humanos podrían afectarnos en lo más mínimo.
El mayor peligro al que se enfrenta un misionero es la desconfianza en la misericordia de Dios. Si logramos sortear este peligro, todas las demás amenazas pierden la capacidad de herirnos.
Dios hace de cada daga un cetro en nuestras manos. Como dijo J. W. Alexander: «Cada instante de labor en el presente será benévolamente retribuido con millones de siglos de gloria».
Cristo huyó del peligro de la desconfianza. Por lo tanto, ¡Dios lo exaltó hasta lo sumo!
Recuerden en este Adviento que la Navidad es un modelo para las misiones. Como yo, así ustedes. Tal misión implica peligros, y el mayor de los peligros es desconfiar de la misericordia de Dios. Si sucumbimos a la desconfianza todo está perdido. Si la conquistamos, nada podrá lastimarnos por un millón de siglos.
Devocional tomado del articulo “Dangerous Mission»